PABLO… ¿QUÉ COÑO ES ESTO?
Por Gustavo J. Castagna
Pablo es una cámara en mano, un espacio off que registra, observa, mira y respeta las indicaciones de Ángela Vidal (Manuela Velasco), reportera con micrófono en mano de un programa televisivo nocturno, destinado a cubrir las vivencias de un grupo de bomberos en un destacamento.

La hermosa Ángela, sonrisa permanente y presta para la labor, convivirá en ese espacio durante un corto tiempo, ya que la alarma se escucha en medio de la noche y la emergencia está a la vuelta de la esquina o a unas cuadras de distancia.
Parece que surgieron problemas en un viejo edificio, y claro, los bomberos siempre deben estar listos según el reglamento.
Pues bien, allí ocurrirán sucesos inesperados, uno detrás de otro, misteriosos en sí mismos y de difícil explicación, aun para los moradores del lugar: una madre con su hija pequeña (Jennifer, nombre de personaje acorde al género de terror), una pareja de ancianos, una familia de origen chino, un señor que preocupado por la cámara (es decir, Pablo), otros habitantes del edificio, algunos superiores de la policía, los bomberos recién llegados, la dulce Ángela y hasta nuevos personajes que irán arribando a ese espacio inquietante enviados por el Ministerio de Salud.
A casi una década de su gestación, REC es un clásico del espanto más visible, una conformación perfecta de gritos, exclamaciones, ruegos, sonidos extraños, otros violentos, pasillos dignos de temer, secretos a revelar. O no.
Eso dependerá de cada espectador y del lugar que ocupe durante la exhibición de la película.
El miedo se instala rápidamente y hacia esa hipotética revelación va el cámara Pablo con la joven periodista. Los sucesos se acumulan sin sentido (o, en todo caso, dentro de los significados genéricos), con una (supuesta) peste que se desparrama por el lugar, gente que se contagia sin retorno, otra que resucita cual zombie de George Romero.
Y las escaleras, los pasillos, los gritos desesperados, los momentos en los que el terror se corporiza en una niña o en una señora en camisón esperando su próxima presa.
Y la cámara de Pablo, que intenta filmar todo ante el pedido de Ángela, quien corre de acá para allá, trata de proteger a los asustados residentes, pero también, pretende llegar a concebir esa nota periodística inesperada.
Y la habitación cercana al final, el micrófono, el viejo grabador, esa voz satánica que se apodera del espacio, las fotos en las paredes, “la niña poseída” por el demonio, la luz nocturna necesaria para que Pablo continué con su registro visual inmediato.
Y esa forma humana que se acerca en medio de la oscuridad, tal vez buscando otro cuerpo, el de Pablo, acaso el de Ángela.
Se oscurece la imagen, ya la cámara no filma como antes y Ángela escucha sonidos extraños, provenientes desde detrás de ella, ahora tirada en el piso. Asustada. Muy asustada.
Corte.
Jaume Balagueró y Paco Plaza construyeron su clásico de terror para la historia del cine español (o acaso para la gran historia del género de cualquier origen). Habían realizado, juntos o separados, buenas películas y otras menores y más adelante continuarían sus trayectorias con más puntos flacos que recordables.
Pero dejaron REC, la primera, la original, la que se ubica por encima del resto.
80 minutos de terror puro, cercano, festivo e incómodo de ver en dosis similares.
Yorumlar