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"Gimme Shelter" de Albert y David Maysles y Charlotte Zwerin - Seminario de Cine y Rock

MÚSICA Y VIOLENCIA

Por Gustavo J. Castagna

GIMME SHELTER puede considerarse como el primero de los eslabones que señalarían el fin de la utopía hippie rockera iniciada años atrás. El punto de vista de este excelente documental varía en forma continua, oscilando entre los músicos en el escenario, el personal de seguridad contratado para el evento y los numerosos espectadores, en primera instancia felices y luego asustados frente a semejante desmadre que se produciría bien entrada la noche.


Para que se manifieste semejante decisión estética, el documental de los hermanos Maysles y de Charlotte Zwerin parte de un registro azaroso: las cámaras construyen su discurso de acuerdo a los acontecimientos que imprevistamente suceden en el escenario y fuera de él.

En efecto, la fiesta estaba preparada de antemano y debía ser tal, más aun cuando los Rolling Stones cerrarían su gira por Estados Unidos, meses después de la muerte de Brian Jones, una de las piezas fundamentales de la banda desde sus inicios.

Mick Taylor reemplaza al ángel caído en la pileta de natación de un hotel cinco estrellas y el grupo, los eternos hijos del demonio, vuelven a conformarse: Jagger, Richards, el pétreo Bill Wyman en el bajo y el aún pelilargo Charlie Watts en la batería bautizan en vivo al rubio Taylor con la interminable gira de segunda mitad del año 69.

Pocos meses antes había terminado la fiesta de tres días en Woodstock y el mundo del cine ya intuía que el rock, los músicos y los excesos tendrían su merecido lugar en la historia.

La celebración en el autódromo de Altamont, al norte de California y al este de Okland, aquel 5 de diciembre, terminaría mal, muy mal. Los ya conocidos cineastas de documentales Albert y David Maysles, junto a la productora Charlotte Zwerin, fueron con un montón de cámaras para registrar el acontecimiento. Al fin y al cabo, era la vuelta de los Stones, luego de la muerte de Brian Jones y de dos años sin salir de gira. A la eterna banda la acompañarían otras para el registro en vivo: la ultra hippie y brillante Jefferson Airplane con la estupenda voz de Grace Slick; la psicodélica propuesta de Grateful Dead con su líder Jerry García; la novedad de ver en vivo a Flying Burrito Brothers con el autodestructivo Graham Parsons; las voces folk de Crosby, Stills y Nash y esa pareja tensa en la privacidad pero excelente en el escenario que conformaban Ika y Tina Turner.

Pero Mike Jagger, o los Stones, o quién sabe, metieron la pata al contratar a los furibundos Hell Angels con sus motos, camperas de cuero y cervezas en mano como personal de seguridad.

Hay películas dentro de la relación entre el cine y el rock que tienen categoría de únicas, imprescindibles, más que necesarias de ver. GIMME SHELTER es una de ellas ya que se trata de una decisión azarosa de sus tres directores, quienes se dispusieron a filmar el recital y finalizaron registrando la muerte de un espectador – Meredith Hunter- apuñalado por un feroz integrante de los Hell Angels.

La primera parte del documental es festiva, con los Stones en el diminuto escenario tocando sus éxitos de entonces, más las actuaciones de Flying Burrito Brothers y los esposos Turner. Pero ya desde el comienzo, GIMME SHELTER nos informa que no es un documental más al mostrar a los Stones en la sala de montaje mirando el resultado de la presentación en vivo.

En este punto, GIMME SHELTER es una película de suspenso, que tiene en su segunda mitad un turbio cambio de tono, cuando los Hell Angels agreden a Marty Balin –músico y voz de Jefferson Airplane- ante la sorpresa del público. Grateful Dead, enterado de la noticia, se niega a tocar, y por lo tanto, quedan los Stones para cerrar la noche. Los aun jóvenes Stones como músicos, organizadores y responsables de la presencia de los Hell Angels y su violencia visceral.

La última media hora de GIMME SHELTER es insoportable de ver al demostrar cómo el cine y la cámara puede descubrir un hecho, un rostro, un temor, un miedo en ciernes, un pánico a punto de estallar. Las caras de los espectadores –lúcidos ó hinchados de droga- cobran protagonismo. Las cámaras dejan en un segundo plano a los músicos y a la música de los Stones. Algo está a punto de explotar pero no se sabe desde dónde puede provenir el desastre. Los Stones tocan un archiclásico como “Under My Thumb” y algo ocurre pero no se sabe de qué se trata. La música se interrumpe y el horror, el asesinato, la muerte, se hace presente cerca del escenario.

GIMME SHELTER, documental único en su especie debido a la música y a su intención de cerrar como trilogía el derrotero rockero iniciado con la seminal MONTEREY POP (1967, de D. A. Pennebaker) y la omnipotente WOODSTOCK (1969, Michael Wadleigh), clausuró aquellas fiestas paganas de acordes y excesos, al construir y destruir un objetivo muy claro y transparente: el de toda una generación que momentáneamente vio interrumpidos sus sueños por un grupo de motociclistas que habían recibido el visto bueno de una de las bandas más famosas de la historia del rock y así actuar libremente para imponer su particular visión del mundo.

BONUS TRACK:

La banda de sonido de GIMME SHELTER está compuesta por diez temas de los Stones, aquellos ya eternos clásicos de ayer y de hoy, más la alterada presentación –breve- de Jefferson Airplane. También puede disfrutarse de los cortos sets de Ika y Tina Turner y de Fliyng Burrito Brothers, momento en que se intuyen las violentas decisiones del grupo de motociclistas Hell Angels. Los créditos finales dejan escuchar “Gimme Shelter”, el tema de los Stones, título de la película de los hermanos Mayles y de Charlotte Zwerin.

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