BIENVENIDA AMBICIÓN
Por Gustavo J. Castagna
La mejor definición que puede hacerse al analizar el cine de David Fincher se relaciona con su mirada personal, teñida de ambición y omnipotencia (sea temática y/o formal), que trasuntan unas historias ubicadas en las ambiguas zonas periféricas que caracterizan a los géneros. Es decir: el cineasta construye relatos policiales, de terror y suspenso de ciencia ficción entremezclando códigos genéricos, pero siempre mirando hacia arriba, escalando hacia la novedad en lugar de descansar en rutinas y argumentos simplistas. Los resultados de su obra, por lo menos hasta ahora, no son impecables, pero siempre será bienvenido el riesgo antes que la repetición del gesto o la reiteración a través de la fórmula.

La larga experiencia de Fincher en el terreno del videoclip (casi cuarenta trabajos entre 1985 y 1993) sirvió como vehículo de conocimiento, más allá del heterogéneo abanico de nombres relacionados a la música sintetizados en pocos minutos (Madonna, Roy Orbison, Ry Cooder, Paula Abdul, Aerosmith, Michael Jackson). Uno de los últimos clips de ese período fue “Love is Strong” con los Rolling Stones en blanco y negro, gigantescos y superando las alturas de los edificios, expresándose por medio de un tema musical que pegó fuerte en todo el mundo, incluyendo a nuestro país al momento de la primera visita del cuarteto eterno. El gigantismo visual y sonoro de los Stones encaja perfectamente en el cine de Fincher: sus películas son ambiciosas, extensas, llenas de vueltas de tuerca, cargadas de ideas sobre el género que, al mismo tiempo, se deciden por un camino inesperado. Así son ALIEN 3; PECADOS CAPITALES; LA HABITACIÓN DEL PÁNICO; EL CLUB DE LA PELEA; THE GAME; EL EXTRAÑO CASO DE BENJAMÍN BUTTON; LA CHICA DEL DRAGÓN TATUADO; RED SOCIAL y su último opus hasta hoy, PERDIDA. Así es la más que inquietante, estupendamente narrada y sólidamente actuada ZODÍACO, otra inserción de Fincher en el género policial o, en todo caso, en las posibilidades infinitas que puede ofrecer una historia en común observada desde diferentes flancos.
Basada en hechos reales, la construcción narrativa de ZODÍACO actúa desde la acumulación: datos, informes, suposiciones, pistas falsas o verdaderas, señuelos, llamados telefónicos, investigaciones desde distintos puntos de vista, presunciones varias, interrogatorios, preguntas sin respuestas. Más aun, el esqueleto argumental del film hasta puede resultar convencional y ya visto en docenas de films, ya que en las dos horas y media de duración de la película se describen las andanzas de un asesino que desconcierta a un marco legal determinado. Sin embargo, Fincher amplifica las posibilidades de resolver (o no) la anécdota policial diseminando múltiples miradas sobre el mismo tema. Por un lado, está el detective que encarna Mark Ruffalo, sujeto a la ley e intentando no parecerse al Harry Callahan/Harry, el sucio de Clint Eastwood (la cita que se observa en el film es explícita y subliminal en dosis similares). Por otra parte, el caricaturista de revista que interpreta Jack Gyllenhaal, introvertido y de pocas palabras, desplazado en un principio por el resto pero responsable fundamental a medida que transcurra el caso y el tal Zodíaco sigue haciendo de las suyas. Y, el tercer sujeto actuante, es el escritor/periodista y fanático del alcohol que personifica Robert Downey Jr., observado en forma dudosa por la redacción de la revista, criticado por propios y extraños. La recreación de época deja ver sutiles pinceladas políticas y sociales que actúan como contrapeso al centro neurálgico del relato, aferrado al motivo policial que preocupa a los tres personajes centrales. Como ocurriera en PECADOS CAPITALES, el punto de vista va y viene de un personaje a otro: en aquel film con Brad Pitt y Morgan Freeman, criaturas antagónicas desde la primera toma, sus posturas sobre el caso que deben resolver son opuestas y complementarios. En ZODÍACO ocurre lo mismo: tres personajes tratan de dilucidar un enigma pero, de manera más que astuta y elegante, Fincher articula un relato, atractivo y contado de manera parsimoniosa, en donde la investigación y su posterior revelación pasa de opinión en opinión. O de un personaje a otro. Allí está una de las claves de ZODÍACO como material cinematográfico que trabaja desde la convención y la rutina para arribar a una zona ambigua y de notoria originalidad: si aquello que caracteriza al género en estado puro puede sintetizarse en la fagocitada frase de “nada es lo que parece ser”, las múltiples investigaciones y recovecos argumentales que exhibe ZODÍACO tienen el sello personal y único de un autor/director reinterpretando al policial desde una nueva y original pureza.
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