top of page
  • Foto del escritorCIC

"Bleu" de Krzysztof Kieslowski - Ciclo de Cine - Trilogías: Colores

LA ANGUSTIA CORROE EL ALMA

Por Gustavo J. Castagna


El dolor que oprime y no cesa. El vacío, el sinsentido de una tragedia, la soledad a flor de piel, la hipótesis de una nueva vida.

El calvario que corroe el cuerpo y la mente, la sinrazón y la fatalidad que golpea donde más duele, el futuro nihilista rozándote la mano.


Pobre Julie: un accidente asalta de su lado lo que más quiere y aprecia, la protección de una familia, el prestigio del marido músico, la compañía de su hija.

BLEU es una película de re-iniciación de una vida, de un antes y un después, del abismo que implosiona para no levantarte jamás, de poder empezar – si se puede – a mirar alrededor luego de la oscuridad.


KRZYSZTOF KIÉSLOWSKI inicia su TRILOGÍA DE LOS COLORES con el retrato, caída y resurrección de Julie Vignon de Courcy (JULIETTE BINOCHE) en una película táctil, sensorial, de sensaciones pequeñas y contundentes de acuerdo a la puesta en escena elegida por el cineasta de origen polaco. Una mano que toca la pantalla de un televisor en el inicio del duelo, un terrón de azúcar en el café, una rata y sus recientes crías, una permanente incertidumbre que gobiernan cada uno de los movimientos de la joven viuda. Y con el azul predominante que remarca esa soledad y, también, la búsqueda de un ápice de felicidad para la desconsolada Julie.


En ese sentido, KIÉSLOWSKI construye una historia con un personaje central al que la cámara acaricia en cada una de las escenas. Esa sensación de roce sobre la piel de Julie, sutil y elusivo, provoca un inquietante malestar, una bienvenida incomodidad que el director trabaja al máximo acompañado por la luz de SLAWOMIR IDZIAK y la música de ZBIGNIEW PREISNER, ambos también polacos como KK.

En esos vértices que se complementan y fusionan, la puesta elegida por KIÉSLOWSKI transmite cada decisión de Julie: la particular relación con su madre internada (la recordada EMMANUELLE RIVA, actriz de HIROSHIMA MON AMOUR de Alain Resnais y AMOUR de Michael Haneke), la aparición de un amigo de su esposo (enamorado de ella), los nuevos vecinos, la súbita noticia que infiere sobre una amante de su marido.

En esos momentos en que Julie debe tomar decisiones –extremas, discutibles, novedosas para un personaje de estas características- y en esa soledad que implora por irse y vuelve otra vez (y que tiene como escena extraordinaria aquella donde la protagonista queda “afuera” de su departamento), BLEU se convierte en una época distintiva, apreciable para un espectador global y de gusto exquisito en florituras musicales y fotográficas.


La correspondiente coda narrativa, aquella que explora la concreción de esa partitura musical sin dueño, y a propósito del pedido de la Unión Europea, certificaría el contenido del párrafo anterior.

BLEU representaría al KIÉSLOWSKI más “francés” de la trilogía, luego invadida por la metáfora polaca en la gran BLANC y después jugando a todo o nada con la fusión de ambas tendencias en ROUGE.

BLEU es un film de un director de renombre. Y cuenta con una actriz notable como JULIETTE BINOCHE y su rostro y figura perfecta al servicio del más terminal de los dolores y de una esperanza tenue que vendrá acompañada por los cambios y noticias que reciba su personaje.

Ese rostro y esos gestos de JULIETTE BINOCHE, que ese momento tenía 29 años, también son protagonistas de BLEU, tanto que sería imposible imaginar la película sin su avasallante (y hermosa) presencia.


196 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page