LA RESISTENCIA ESTÁ ACÁ
Por Gustavo J. Castagna
Bienvenidos al territorio de la ciencia ficción en su vertiente política, social, coyuntural…
Ocurre que al gran JOHN CARPENTER (un director referencial para la educación cinéfila de miles de interesados –me incluyo-), luego de HALLOWEEN, LA NIEBLA y THE THING/EL ENIGMA DE OTRO MUNDO (que será exhibida dentro de este ciclo), entre otros films de gran importancia, se le ocurrió meter el dedo en la llaga que más molesta: describir a una sociedad arruinada y ocupada por extraterrestres que transmiten su mirada sobre el mundo a través de los medios de comunicación.
Como si la prédica de Marshall McLuhan hubiera eclosionado en una trama de película de ciencia ficción de bajo presupuesto, SOBREVIVEN (They Live, título original) construye su discurso desde las diferencias de clase, de miles de desocupados en las calles, desde la óptica de un grupo de supervivientes que deberá investigar los motivos de una ocupación ajena.
Efectivamente, Carpenter elije a dos héroes de características opuestas pero de musculatura similar: por un lado, un sujeto llamado Nada (el atleta de lucha libre Roddy Piper, 1954/2015) y, el otro, el negro y grandote Frank (Keith David, ya actor del cineasta en THE THING) como emblemas de la resistencia.
El primero, un desempleado de la construcción, el otro, un empleado con un sueldo miserable; uno más torpe, el otro más sagaz. Mientras Nada será quien descubra por dónde viene la ocupación, al otro le costará comprender aquello que su nuevo amigo le aconseja ver. Justamente, ver o no ver a través de unos anteojos ahumados desentrañaría la cuestión a resolver: los extraterrestres no solo ocuparon un espacio determinado sino también se apropiaron de las ideas sobre un mundo frágil que no pudo contener la invasión. Y en ese punto es donde Carpenter pone el ojo, es decir, observa el resultado de la descomposición definitiva de la sociedad: una sociedad sometida a prédicas, dádivas, indicaciones, frases, imposturas. Una sociedad sometida a un discurso único que solo contempla el goce a través del consumo.
Como si aquella extraordinaria ALPHAVILLE (1965) de Jean-Luc Godard (que en una primera lectura se centraba en la idea única que provenía de los países digitados por la Unión Soviética), tuviera su contracara en SOBREVIVEN pero ya dentro de la pureza de la ciencia ficción sin necesidad de referir a otros géneros de manera directa.
Carpenter sostiene su eficaz narración en una hora y media a puro placer cinematográfico. Por ejemplo, convocando a una actriz como Meg Foster, de unos ojos imborrables (otra referencia más al aspecto visual que propone el film), para personificar a una criatura seductora digna de temer.
Pero más allá de referencias y códigos que caracterizan a Carpenter como cineasta-autor (el uso de la música compuesta por él mismo, la construcción del espacio, la forma en que se procesa la información) y del sentido homenaje que le infiere a una recordada escena de EL HOMBRE QUIETO (1952) de John Ford (los protagonistas se pelean, piña va piña viene, durante siete minutos y más!!!), el mayor triunfo estético y temático de SOBREVIVEN es la transparencia de su relato, la eficacia de su objetivo, la mirada pesimista sobre un mundo ocupado por los medios de comunicación que obligan al otro a someterse a un diccionario de ideas y palabras.
Sin embargo, la grandeza de Carpenter como cineasta propone que esa visión atroz del mundo se materialice desde el género, el entretenimiento lúdico, la reflexión y la diversión en dosis similares.
Para eso están los grandotes Roddy Piper y Keith David.
Para aniquilar espantosos extraterrestres que tomaron por asalto un paraíso que parece irrecuperable.
Pero por suerte están ellos: dos tipos de la calle, ahora convertidos en líderes de la resistencia.
Llegó el momento de acompañarlos.