KIRI… KIRI… KIRI… Por Gustavo J. Castagna
Bienvenidos a la zona más demencial y esquizofrénica del seminario, al sector más impensado en donde se procesa la locura, al aspecto menos cómodo para conceptuar determinada película como si fuera una afín al género de terror.
Bienvenido al mundo de Takashi Miike y a las turbulencias genéricas que se combinan en su extensísima, despareja y ciclópea obra audiovisual que, entre largos, mediometrajes, videos y emprendimientos colectivos, por lo menos hasta hoy, supera el ¡centenar! de títulos. Cifra que sorprende más cuando se descubre que el sujeto tiene 57 años pero que resulta comprensible si se comprueba que en 1999, año de AUDITION, el cineasta asiático filmó ¡7 películas!
Bienvenidos al desmadre genérico, a la conformación de un corpus difícil de definir en pocas palabras ya que la historia va y viene del melo familiar al relato romántico, de la comedia sin demasiadas pretensiones a la tristeza que pauta la vida de un padre viudo (Ryo Ishibashi) con un hijo adolescente.
Bienvenidos a una construcción perfecta de climas sinuosos e inquietantes que se anuncian de manera pausada, nada efectista, donde cada plano parece armado acorde a ese momento genérico que la historia transita con sumo placer. De allí que la audición, sugerida por un amigo del personaje central reúne momentos festivos, veloces a través del montaje, eficaces porque transmiten sonrisas a los dos hombres que miran con atención (o no) a las jóvenes postulantes.
Bienvenidos al desmadre genérico, a la conformación de un corpus difícil de definir en pocas palabras ya que la historia va y viene del melo familiar al relato romántico, de la comedia sin demasiadas pretensiones a la tristeza que pauta la vida de un padre viudo (Ryo Ishibashi) con un hijo adolescente.
Bienvenidos a una construcción perfecta de climas sinuosos e inquietantes que se anuncian de manera pausada, nada efectista, donde cada plano parece armado acorde a ese momento genérico que la historia transita con sumo placer. De allí que la audición, sugerida por un amigo del personaje central reúne momentos festivos, veloces a través del montaje, eficaces porque transmiten sonrisas a los dos hombres que miran con atención (o no) a las jóvenes postulantes.
Bienvenidos, entonces, a casi una hora inicial sujeta a emociones y momentos cálidos que empieza a vivir el personaje central cuando conoce a la joven Asami Yamasaki (Eihi Shina), una joven delgada, con su vestido blanco y puro, su carita redondita de ingenuidad, su respeto hacia los mayores, su voz pausada y de tono susurrante.
Pero, en un breve momento anterior, al reinicio de la vida afectiva del padre viudo, se había visto un teléfono, una casa con pocos muebles, una joven, que tal vez sea la misma joven que ahora está audicionando frente a los dos hombres, uno de ellos, más que enamorado y atraído por esa figura extraña y de –supuestamente- un escondido erotismo.
Pero los pasajes siguientes no serán tan placenteros (ni tristes) como aquellos del comienzo. Es que Asami tiene un pasado –tremebundo, tortuoso-, un profesor de música de por medio, un niña que baila, una obsesión sexual entremezclada con la perversión que provoca una preadolescente. Pero por ese motivo (y por tantos más que no conviene desarrollar), AUDITION se convertirá en un vía crucis de alfileres y cuerdas que sujetan con tanta fuerza que hasta llegan a cortar la carne y los huesos. Pero, obviamente, Asami es la clásica criatura del terror japonés que, en este caso, no necesita salir de un televisor para arrastrarse por el piso y así llegar a su futura víctima. Asami está viva y la paz interior que ofrecía en las primeras apariciones trastocará a una particular energía para desatar su furia salvaje hacia el otro.
Obviamente, la última media hora de AUDITION será insoportable de ver. Ver o taparse los ojos. Ver o padecer un cuerpo torturado por la venganza. No ver, entonces. Mejor así. Sin embargo, Asami es un personaje que disfruta con aquello que hace, valiéndose de su dulce vocecita a través de unas pocas palabras/sonidos que quedarán en la memoria del espectador que observa atónito el accionar de la joven. ¿Qué observa? Dependerá de cada uno. Obviamente, AUDITION es uno de los puntos más altos de la obra de Miike repleta de yakuzas, terror, suspenso, seppukus, violencia sangrienta, padrinos nipones, venganzas, docenas de cadáveres. Obviamente que AUDITION es una de las películas más relevantes del cine japonés genérico de los últimos años. Terror visceral y corpóreo, llamadas y sonidos perturbadores, suicidios masivos y muertes en masa. Sociedades economizadas y alienadas que no soportan la perfección y el orden social. El consumo que arrebata vidas, la necesidad de estar acompañados en medo de millones de personas que cumplen una función social.
Más aun si se trata de un viudo que sigue los consejos de su mejor amigo para hacer una audición entre chicas jóvenes y después realizar una hipotética y futura película. Pero no habrá película alguna debido a que Asami planifica seguir con la más cruda de las venganzas. Cuidado, ahí viene Asami. Y ojo con las audiciones.
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