Aún con su última película en cartel, el actor Ignacio Rogers augura una carrera prometedora… Con cuatro películas en su haber, el ex alumno del CIC de la Carrera de Realización, nos ha brindado una entrevista.
¿Cómo se te presentó tu primer trabajo una vez egresado del CIC? ¿O el trabajo profesional llegó mientras estudiabas?
Antes de estudiar cine en el CIC, estudié teatro. Empecé a ensayar mi primer obra “1500 metros sobre el nivel de Jack”, de Federico León, a los 10 años.
El cine llegó más tarde, en el 2005, con “Como un avión estrellado”.
Mientras estudiabas en la escuela, ¿participaste en algún cortometraje curricular? ¿Cómo te resultó la experiencia?
Participé en varios, dos como director y muchos en otras áreas. Fue una de las experiencias más educativas de estudiar cine. Si bien la teoría también me parece muy importante, la práctica en rodaje tiene una fuerza que no se compara. Lo que da el hecho de estar produciendo no lo da nada más, por lo menos en mi caso. Además es algo muy placentero producir y tener profesores a los cuales acudir, en los cuales buscar guía. Eso es lo más interesante de estudiar cine.
¿Cómo conociste a Ezequiel Acuña y qué podés contarnos del trabajo realizado con él?
Ezequiel me vio en “El adolescente”, una obra en la que actuaba, y me llamó para hacer el casting de “Como un avión…” A la semana siguiente ya estábamos filmando, fue algo muy repentino.
Creo que en el trabajo con los actores tiene una sensibilidad que para el actor es importantísima. Sabe ver su naturaleza, y busca la manera de mostrarla y de que sea funcional a la película, es una manera de dirigir actores muy poco invasiva. Aunque también hay maneras de dirección más invasivas y violentas que pueden ser tan interesantes como esa o incluso más en algunos casos.
Como director yo creo que tiene muchísimo talento. Su cine sale de un lugar muy genuino, que es verdadero y por eso, también es potente.
¿Cómo surge tu participación en “La sangre brota” de Pablo Fendrik? ¿Cómo sentiste el trabajo con los actores que realiza Pablo?
Pablo me conocía de verme en otros trabajos y a raíz de eso me llamó para la película. El papel que yo hago en “La sangre brota” es muy breve, pero en el poco tiempo que llegué a trabajar con él me pareció un director muy claro, muy conciso, que sabe muy bien lo que quiere. Sentí que formaba con él un equipo muy eficaz, fue una experiencia de mucha satisfacción.
¿Estás encarando algún nuevo proyecto? Si es así, ¿podés adelantarnos algo?
Ahora estoy actuando en una miniserie italiana que se está filmando en Buenos Aires y en Tandil. A mitad de año probablemente este trabajando en un largo de una directora argentina muy joven, pero todavía no puedo adelantar mucho más.
Estoy trabajando en la edición de un corto que dirigí a fines del año pasado, se llama Sábado Uno y el equipo estuvo conformado casi totalmente por estudiantes y egresados del CIC.
Incursionaste también en el ambiente teatral ¿Te sentís más cómodo en el ámbito cinematográfico que sobre el escenario?
La comodidad en mi caso no se da porque sea cine o teatro sino por la naturaleza del proyecto y principalmente por la gente que este involucrada. Si logro comunicarme con la gente con la que trabajo y apuntamos hacia un mismo objetivo entonces estoy cómodo.
¿Qué has aprendido mediante la experiencia de trabajar profesionalmente?
Lo que creo que aprendí es que la profesionalidad de un trabajo es una cuestión personal, de actitud y de voluntad y no de que ese trabajo este enmarcado por cierto medio o industria. No importa si estamos haciendo un corto con amigos, un corto curricular, un largo independiente o un programa de televisión, importa que trabajemos seriamente para hacer la mejor obra posible, eso para mi es trabajar profesionalmente. Hay que trabajar para construir un cine, una televisión, un teatro, tal como nosotros lo queramos. Estas cosas tienen que pertenecer a todos los que quieran que les pertenezca, a todos los que crean que puedan contribuir a su crecimiento.
Entrevistó: Flora Iwabuti.