ÚLTIMO VIAJE AL FIN DEL MUNDO
Por Gustavo J. Castagna
En realidad, la travesía final del título no la emprenderá Herzog, quien sigue viajando de acá para allá entre documentales y ficciones, sino el verborrágico e inquieto ecologista Timothy Treadwell, a plena euforia por los parques nacionales y las reservas en Alaska. Su cariño por los osos pardos y la forma en que se contactó con ellos, siempre con la ayuda de su novia con la cámara en mano, lo llevó a visitar en trece ocasiones el hábitat de los plantígrados, con tanto amor y entusiasmo por los gigantescos animales y tanta pasión por el riesgo y la aventura, que el desenlace en el viaje final, a más de uno que conocía al personaje, sorprendería poco y nada.
Es que Treadwell era un personaje muy parecido a Herzog, y también, al Kinski de las demenciales aventuras en conjunto entre director y actor. Treadwell va más allá de lo legal y permitido, violando reglas, omitiendo que tal vez su contacto con los peligrosos osos pardos pudiera terminar como realmente ocurriría en el viaje número trece. Con esos materiales registrados por los novios aventureros, más de cien horas de duración, una serie de entrevistas a individuos que conocieron a Treadwell y la voz en off y presencia de Herzog en imágenes, sumado claro está, a los movimientos lentos y parsimoniosos de esos animales de miles de kilos, desde esa concepción mínima, surgiría un gran documental como GRIZZLY MAN, premiado en festivales y exhibido por primera vez en el prestigioso Festival Sundance.
Curiosidades o no tanto, buena parte del presupuesto le correspondió a Discovery Docs, uno de los brazos empresariales de Discovery Channel. Pero se está muy lejos de un obvio registro en imágenes sobre las vidas de unos osos con un pelaje determinado: GRIZZLY MAN es un trabajo de Herzog desde el principio al final, en donde se refleja el fanatismo desmesurado de un hombre que decidió inmolarse y ser devorado por un animal. Pero también, por suerte, el morbo explícito nunca dice presente en el documental: a Herzog le interesa más hablar con una ex pareja de Treadwell, ver las imágenes y escuchar al personaje en más de una ocasión, recorrer con su cámara los lugares visitados por el hiperquinético y voraz ecologista. En ese punto, un personaje sorprende por sus declaraciones y debido a la forma en que cuenta cómo llegaron los restos de Treadwell a su “mesa de trabajo” Efectivamente, se trata de quien se encargó de la autopsia final: la vida y la muerte según Hergog desde la perspectiva del sepulturero/científico que tiene más de una cercanía con aquellos brujos de las tribus amazónicas de FITZCARRALDO y COBRA VERDE.
Treadwell dejó la vida por su pasión, en donde se entremezclaba una feroz crítica al sistema que (supuestamente) protege al mundo animal y su obsesión por ir al frente sin reparar en riesgos y costos extremos. Como el director cuando decidía o continúa explorando ríos, montañas y selvas, Treadwell podría haberle dado la mano al Lope de Aguirre interpretado por Kinski, o a los astronautas de THE WILD BLUE YONDER (2005) o a los habitantes de la Antártida –solo 1000- de ENCOUNTERS AT THE END OF THE WORLD (2007), estos últimos también estupendos documentales del director con más de una afinidad a aquello que se cuenta en GRIZZLY MAN.
Y allí estará Werner Herzog para dejar testimonio de un grupo de personajes ajenos a cualquier sentido común. Muy diferentes, demasiado, al resto de los mortales.
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