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“Muertos de miedo” de Peter Jackson 10 films antológicos de terror

MADRE HAY UNA SOLA

Por Gustavo J. Castagna


Excesiva, paródica, demencial, sanguínea, extremadamente burda y violenta, simpática y graciosa, elemental desde la narración pero con un par de entrelíneas interesantes. Berreta desde el aspecto formal, de postura clase B con efectos de los 90 hoy caducos y valiéndose de una propuesta alocada que no baja un segundo en mostrar tripas, caras destrozadas, elementos puntiagudos entrando a cuerpos, miles de litros de sangre, baldazos de pus, adrenalina pura.


El cóctel lo preparó Peter Jackson saliendo de Bad Taste / Mal gusto (1987) y Meet the Feebles(1989) ahora ingresando en la hora y cuarenta de BRAINDEAD / MUERTOS DE MIEDO (1992) (no estrenada en cines por acá), cuando aun el cineasta nacido en Nueva Zelanda (en 1961) ni soñaba con Frodo, Legolas, King Kong o los orcos.


BRAINDEAD plantea una serie de enigmas dentro del género aun cuando se trate de un ejemplo de tono farsesco, precario en sus intenciones y construido para el deleite de aquel espectador adolescente de inicios de los 90 o destinado a los adultos que consumen o consumian Fangoria u otros magazines adictivos al género en su vertiente más zarpada.


Esos enigmas condicen con los cambios que había impuesto Sam Raimi dentro del género años antes de BRAINDEAD, a través de su díptico Diabólico y Noche alucinante (en 1992 se sumaria El ejército de las tinieblas) y la relectura gestada por el futuro director de El hombre araña en relación a La masacre de Texas (El loco de la motosierra) del Tobe Hooper setentista.

En efecto, mientras Raimi se valía de la steadycam parida por Kubrick en El resplandor, necesitado de cortar en pedazos a zombies que aterraban y acosaban a su protagonista (el gran Bruce Campbell), en esos iniciales 90, el gordo y desaliñado Peter Jackson toma la posta y construye su propio díptico (Bad Taste y BRAINDEAD) en donde convergen y fusionan el slasher, el gore, la parodia y el film de encierro al estilo Carpenter vía Halloween y La niebla.


Peter Jackson, se recuerda, que por ese entonces todavía filma desde Nueva Zelanda y aun lejos del futuro Hollywood industrial y titánico en dinero que adaptaría desde los anillos religiosos de Tolkien. Es decir, arma una historia como la de BRAINDEAD en donde rinde homenaje a los títulos esenciales del género de años anteriores (los citados The Texas Chain Saw Massacre; Halloween; Evil Dead  1 y 2 y otros más) , toma la “llave” que cierra una época y da rienda suelta al frenesí alucinante de sangre y vísceras que representa el desenlace de una época.


Ese desenlace, esa despedida, esa puerta que se cierra en BRAINDEAD se materializa en el uso de efectos especiales que al poco tiempo serán reemplazados por imágenes en computación, por miles de extras fabricados por docenas de trabajadores técnicos que sustituirían a la artesanía (berreta o más que eso) que tenía a  Carpenter, Raimi, Hooper y otros más como cineastas que empiezan a pertenecer a otra época. Una época ya lejana, pero más humana, no desangelada y tecnificada en exceso, genuina en sus propósitos.

Y un personaje como Peter Jackson sirve como ejemplo sobre el tema. Luego de la trilogía inicial, ya con el nuevo siglo, vendrían los anillos, los hobbits y King Kong patinando en el hielo (qué escena pelotuda) junto a la hermosa Naomi Watts. Otro mundo, otro cine, otro espectador.


Sin embargo, en estos días, pocos recuerdan dos títulos de Jackson filmados entre aquellas película de bajo prespuesto y el ingreso a las grandes ligas económicas. Pocos se acuerdan de The Frighteners (1996), una fallida historia de fantasmas con Michael J. Fox. Pero mucho mejor, muchísimo diría, había sido Criaturas celestiales (1994), una gran película de crímenes con Kate Winslet antes de conocer a Di Caprio en el Titanic.

Pues bien, curiosa trayectoria la de Peter Jackson.


La comparación es fácil de hacer y hasta demasiado cómoda: el dinero invertido en BRAINDEAD / MUERTOS DE MIEDO representaría una ínfima parte, mínima e inexistente de aquello presupuestado para El señor de los anillos.

Dos cines, dos mundos, dos Peter Jackson. O tres.



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