Con curaduría de Antonella Svriz.
La exposición se configuró a partir del trabajo de los alumnos de la materia Curaduría II, a cargo de la docente Paola Fontana en el marco de la Carrera de Curaduría y Gestión Cultural del CIC.
Siente el color.
En esto de sentir los colores, me pregunto si ellos tienen la capacidad de afectar
nuestros pensamientos y sentimientos. ¿Tienen cierta influencia sobre nosotros
como si tuvieran poderes ocultos?. Nos cautivan o repelen… hay algo en los colores
que no nos permite ser impasibles frente al contacto con ellos.
Para los seres humanos es inevitable el sentir, el conectar, el dialogar y los colores
acompañan muchas de estas cuestiones.
La psicología popular sabe bien que entre colores y emociones existen profundas
relaciones: Desde la ropa que seleccionamos para vestirnos, la forma en que
pintamos nuestra casa, la gaseosa que elegimos o mismo un pensamiento. Muchas
de estas relaciones se avistan también en el lenguaje cotidiano, sobrecargado de
modismos o expresiones a nivel emocional. Podes estar “rojo de la ira”, vivir una
vida “color de rosa”, ver “todo negro” o quedar “blanco como un papel”. Inclusive
nuestro cuerpo, en procesos de enfermedad produce colores: nos vemos rojizos o
amarillentos, podemos tener manchas blancas o marrones. Entonces podemos
preguntarnos: A qué huele el violeta? Cómo suena el azul? Que textura tiene el
amarillo y cuál es su forma?
Johann Wolfgang von Goethe es un poeta y científico alemán, precursor de la
psicología del color, quien en su tratado “Teoría del color” replica la visión
meramente física de Newton1, planteando que el color en realidad depende también
de nuestra percepción, en la que se halla involucrado el cerebro y los mecanismos
del sentido de la vista. De acuerdo con la teoría de Goethe, lo que vemos de un
objeto no depende solamente de la materia; tampoco de la luz de acuerdo a
Newton, sino que involucra también a una tercera condición que es nuestra
percepción del objeto. De aquí en más, el problema principal pasó a ser la
subjetividad contenida en este concepto innovador.
Sin embargo, tal subjetividad no radica en los postulados de Goethe, sino en la
misma base física del concepto de color, que es nuestra percepción subjetiva de las
distintas frecuencias de onda de la luz, dentro del espectro visible, incidiendo sobre
la materia.
Existen terapias que usan colores donde se contraponen matices, “tonos” y
dependiendo de la cultura cada color tiene su significado y aplica de cierto modo.
Sumado a esto, los seres humanos asociamos biológicamente colores a ciertos
objetos, el rojo por ejemplo lo vinculamos con la sangre lo que nos puede también
mostrar evocaciones negativas o positivas. Y, para no exceptuar lo sistemático el
rojo podría indicarnos peligro y evitación a través de semáforos, señales de tránsito,
etc. Como este, gran cantidad de colores nos indican, muestran o influencian de
manera tácita o explícita en nuestra cotidianidad.
La muestra propone sumergirnos en una experiencia multisensorial, donde a través
de sentidos como la audición y la visión, el par color-sonido puede interpelarnos de
forma única, momentánea y hasta irrepetible. Movilizando memorias pasadas al
presente, generando nuevas en nuestro futuro, experimentando sensaciones
asociadas a lo que percibimos.
Se divide en dos núcleos: uno de ellos con las obras sonoras de Guillermo Squeri,
cassettes que remontan a la década del ‘90, verdaderas joyas, que colocaron un
color a cierta melodía, mientras que el otro nos presenta “centros cromáticos” plenos
de diversas materialidades. En ambas zonas, el visitante tiene la posibilidad de
desplegar casi de forma espontánea, el resultado que aquel conjunto de objetos
coloridos y sonoridades logró causar en él.
La exposición incita al público a dejarse llevar por el impacto que por sí misma
puede causar en el inconciente o conciente de quien la camina, hay algo en ella que
no te permite serle indiferente. ¿Hasta qué punto somos afectados sin darnos
cuenta en nuestra conducta humana y en nuestra percepción?
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