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“Suspiria” de Dario Argento 10 films antológicos de terror


COLOR, TERROR, COLOR, TERROR

Por Gustavo J. Castagna


Cuatro décadas ya tiene SUSPIRIA de Dario Argento, acaso el título clave en la obra del director y el film fundamental en la historia del giallo, el cine de terror gestado en Italia desde los 60 en adelante con el pionero Mario Bava.


Cuarenta años que se sienten más jóvenes que nunca debido a que SUSPIRIA no ha envejecido ni en un solo plano, más aun, ningún dejá vú teñido de conservadurismo se percibe en su hora y media, siempre supeditada a un trabajo minucioso y enfermizo con el color, con ese rojo intenso que adquiere un rol protagónico en casi todo su desarrollo.


Argento ya había construido su primera trilogía fílmica con EL PÁJARO DE LAS PLUMAS DE CRISTAL; EL GATO DE LAS NUEVE COLAS y CUATRO MOSCAS SOBRE TERCIOPELO GRIS y su éxtasis formal con el zoom, la mezcla de thriller, suspenso y toques de terror aun no desaforados y extremos.


Dos años antes de SUSPIRIA realiza ROJO PROFUNDO (1975), su primera y más que eficaz inserción en el gore fusionado al arte gótico pero aun con grajeas narrativas que aludían a su trilogía de pájaros, gatos y moscas.

Por eso SUSPIRIA mira de lejos a aquellos thrillers para aferrarse a unos climas pesadillescos, abstractos, ajenos al realismo, a aquellas incursiones dentro del relato policial.

Argento filma una película demencial que toma como pretexto la llegada a Alemania de una futura alumna (Jessica Harper, presencia permanente en esos años: “Un fantasma en el paraíso” de Brian De Palma, por ejemplo) de una escuela de danza con particulares características. Celadoras, alumnas y alumnos, directoras, profesores y esa gente extraña a la que el director recurriría en más de una ocasión, esos individuos que parecen salidos de un cuento de hadas sin bosque pero con un cuchillo bien afilado, serán los protagonistas de la trama.


¿Trama¿ ¿Relato? ¿Historia?

“Lo que me interesa del cine es la abstracción” dijo Orson Welles alguna vez.

Y semejante frase encaja perfectamente en SUSPIRIA, un manual de estilo, un ejercicio de la forma con un argumento como soporte, el triunfo del formalismo por encima de lo anecdótico

 

Argento ya había construido su primera trilogía fílmica con EL PÁJARO DE LAS PLUMAS DE CRISTAL; EL GATO DE LAS NUEVE COLAS y CUATRO MOSCAS SOBRE TERCIOPELO GRIS y su éxtasis formal con el zoom, la mezcla de thriller, suspenso y toques de terror aun no desaforados y extremos.

Dos años antes de SUSPIRIA realiza ROJO PROFUNDO (1975), su primera y más que eficaz inserción en el gore fusionado al arte gótico pero aun con grajeas narrativas que aludían a su trilogía de pájaros, gatos y moscas.


Por eso SUSPIRIA mira de lejos a aquellos thrillers para aferrarse a unos climas pesadillescos, abstractos, ajenos al realismo, a aquellas incursiones dentro del relato policial.

Argento filma una película demencial que toma como pretexto la llegada a Alemania de una futura alumna (Jessica Harper, presencia permanente en esos años: “Un fantasma en el paraíso” de Brian De Palma, por ejemplo) de una escuela de danza con particulares características. Celadoras, alumnas y alumnos, directoras, profesores y esa gente extraña a la que el director recurriría en más de una ocasión, esos individuos que parecen salidos de un cuento de hadas sin bosque pero con un  cuchillo bien afilado, serán los protagonistas de la trama.


¿Trama¿ ¿Relato? ¿Historia?

“Lo que me interesa del cine es la abstracción” dijo Orson Welles alguna vez.

Y semejante frase encaja perfectamente en SUSPIRIA, un manual de estilo, un ejercicio de la forma con un argumento como soporte, el triunfo del formalismo por encima de lo anecdótico.

SUSPIRIA, claro está, es una película de terror, del terror más crudo, ese al que los italianos desde los 60 hasta treinta años después le dieron otra vida, una vida diferente, en donde el espacio se fusiona con el personaje, en donde el artificio (¡¡¡Viva Cinecittá!!) aplasta al realismo y a la credibilidad que deberían transmitir determinadas escenas.


SUSPIRIA, provista de los elementos y objetos genéricos que atañen al giallo como marca autoral (cuchillos, vidrios, filtros de luz, erotismo soft, chicas corriendo desesperadas escapando de un asesino, criminales de guantes negros, uso estentóreo de la música, obsesión por la utilización del color con función dramática, sangre a chorros que salpica y bien) es la película que marca una época dentro del género: aquella en donde el terror se convierte en material para ser analizado en una escuela de arte, en donde un pintor sin pincel como Dario Argento, pero sí junto a su cámara protagonista, elabora un montón de lienzos para ser disfrutados por el cinéfilo, el fanático del género y para quien rechaza esta clase de películas.

SUSPIRIA causa miedo, inquieta, abruma a través de sus herramientas genéricas, pero también asombra por su apuesta visual, su desaforada manía por concretar una pieza artística partiendo de una historia relacionada al terror. Y vaya si lo logra. Y cómo.



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