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Documental y Puro – La esquina infinita de Marcelo Trotta

Una mujer vive desde hace meses en el interior de un auto abandonado en una esquina de Buenos Aires.

A su alrededor, la vida en la ciudad, donde decenas de desocupados deambulan junto a sus hijos. Esta realidad se muestra a través de una ventana.


“… El film es experimental y sirve para reflexionar sobre la velocidad en que vivimos, tal vez nos apresuramos para no ver la realidad…”


UNA VENTANA INDISCRETA

“Un día abrí la ventana y sentí que había estado ausente” confiesa Marcelo Trotta, al inicio de este relato documental. Es que “La Esquina Infinita” refleja “el proceso de pauperización que sufrió gran parte de la sociedad argentina”. Se trata de un film en el cual las imágenes hablan por sí mismas… y esto no es, en efecto, una convención del cine documental, terreno fácil para artilugios técnicos y malgastados. Las acciones se presentan y se suceden sin fin, sin principio; dando cuenta de una realidad cíclica que ha invadido progresivamente las calles de esta ciudad. Lo curioso es que este film responde a un proceso de observación de seis meses, que comenzó tres años atrás, entre los meses de abril y septiembre de 2002:


“…Fui conociendo de a poco a cada uno de esos habitantes de mi esquina infinita, había en algunos casi ritos diarios. La Mujer que vivía en el auto había construido allí su hogar, cortinas hechas con trapo, pequeñas estanterías… arrojaba antes de salir su mochila por la ventanilla entonces yo sabía que enseguida ella saldría del auto a través de esa ventanilla… también hombres con sus carros aparecían a la misma hora…”


A partir de material casi crudo, el relato apela a una puesta en escena “viva”, sin demasiados retoques de post-producción: el sonido “off” de un televisor relata noticias de Europa, o los avatares de una patinadora sobre hielo al sufrir un desamor; mientras la imagen (valiéndose de paneos) persigue desde esa misma y única ventana a los “personajes” que se suceden sin fin, que entran y salen de cuadro como si respondieran a las artimañas de una puesta en escena precisa y certera.


“…El documental no tiene diálogos, sólo sonido ambiente y algunos sonidos en segundo plano de radio y referencia de televisión registrados en el momento de la toma. Quería mostrar o reflexionar que existían también otras realidades, que la noción de ¿qué es la realidad? varía para cada uno, que distintas vidas se pueden construir a partir de las circunstancias en la que uno esta inmerso…”


Es que, justamente, el gran mérito de este documental es precisamente esa capacidad de observación. Ese sano “oportunismo” de estar en el momento adecuado, en el lugar indicado… ¿Y cuáles son estos momentos? ¿Estos lugares?… la esquina de nuestro barrio, la del kiosco de la otra cuadra… “Un día abrí la ventana y sentí que había estado ausente”… este es el gran mérito del documental.


Motivado, también, por sus estudios en Sociología, el director tomó un rumbo más radical desde lo cinematográfico, confeccionando un ensayo audiovisual, un documental experimental en donde todo se limita a lo que se ve, a lo que se oye, para lograr luego escapar a toda limitación. Cine documental en estado puro, vivo, trascendente, a partir de una historia pequeña.


La esquina se dice infinita por un punto de vista tan austero como cierto, tan cierto que se repite infinitamente en la mayoría de las esquinas de Buenos Aires: referencias difusas del marco de la ventana, reflejos en el vidrio de un televisor que mira hacia otro mundo y allí abajo, en la calle, a metros de la ochava, de la misma histórica ochava de cualquiera de los barrios que en este caso se establece en La Paternal, una mujer en el medio de la vida, contorsiona su cuerpo para salir por la ventana trasera del auto que constituye su hogar, apoyando al instante sus pies sobre el adoquín. La cámara la sigue, se acerca, se aleja, la sigue en paneo hasta una heladera vacía parada en la esquina, en donde dos marginados cierran sus puertas en busca de algún cartón, cómo si lo icónico estuviese premeditado por el destino, enfocando al instante a un hombre, que mete su mano bajo el capó de un auto abandonado para llevarse una auto parte.

No es ficción.


“…fui armando planos secuencias, modificando el encuadre según se construía la realidad, mi realidad, una vez llegué a sentir, no sé si porque nuestra profesión nos lleva a tener una mirada que nos involucra por un lado y nos pone distancia por otro, que estaba frente a personajes que improvisaban una escena y yo debía seguirlos con mi cámara, tenía que detenerme justo allí donde estaba la acción principal y estar atento en esa gran esquina, que otra cosa sucedía simultáneamente para panear y estar allí…”


Una ventana, una ventanilla, dos mundos se hacen uno. En las esquinas los caminos se unen; el factor valiente, sensible de toda manifestación artística se materializa en la identificación. Gracias a los ojos de Marcelo Trotta, el espectador mira a través de la ventana aquello que no siempre miramos, aquello del otro, que se pierde en la anestesia de nuestros propios problemas.


“…No quiero hacer arte de la pobreza o especular con ella, se dio así, tuve ganas de filmar, me instalé allí, filmé muchas horas, a veces demasiadas, pero era tan fuerte lo que ocurría que me era imposible dejar de registrarlo. Fueron meses en que sólo pensaba estar en esa ventana filmando…”


La vida continúa, el sol o la noche aparecen por cortes elípticos, todo igual… hasta el momento en que una faja municipal reviste el automóvil abandonado. Al poco tiempo la mujer hace sus maletas… y se va.

Hubo un solo intento, una sola aproximación (confiesa Marcelo en la entrevista) que no está registrada por la cámara y las preguntas del director quedan vacías ante la certeza del aislamiento de esa mujer, cuyas palabras se limitaban a repetir su partida.


Esas mismas preguntas, tan nuestras hacia el final del documental, aparecen sobre una placa negra:


NUNCA ME RESPONDIO QUE COSAS SOÑABA CUANDO DORMÍA

NUNCA ME CONTO SOBRE SU VIDA

NUNCA ME HABLO SOBRE SUS MIEDOS, NI DEL FUTURO

¿SABRÁ QUE ESTAMOS EN BS. AS. FINALIZANDO EL AÑO 2002 Y QUE ARGENTINA ES HOY ESTA ESQUINA INFINITA?


Estas preguntas sin respuestas, son las mismas preguntas sin respuestas que tiene hoy nuestro país… ese es, también, el otro gran mérito de este documental. Y si esta nota, quizás empieza y termina con las mismas palabras del film… es porque no queda mucho más por decir.

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