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Entrevista a Natalia Smirnoff

Profesora de Técnicas de Actuación frente a Cámara en el CIC, Natalia Smirnoff comenzó su carrera siendo una de las asistentes de dirección más destacadas de la industria cinematográfica argentina. Ha trabajado junto a Lucrecia Martel, Jorge Gaggero, Alejandro Agresti, Damián Szifrón, entre otros. Tras haber debutado como directora con “Rompecabezas” en 2009, hoy está a en los preliminares de su segundo proyecto, “El cerrajero” (con Esteban Lamothe y Erica Rivas), a estrenar el año próximo. En esta entrevista nos brinda destellos de su experiencia junto a notables directores y actores argentinos.


Tanto en “El Cerrajero” como en “Rompecabezas” los personajes presentan “habilidades especiales”, y establecen pactos afectivos inesperados. ¿Podrías hablar de estos u otros puntos de contacto entre ambas películas?

Viste que cuando uno escribe, no planea… Bucea, ve de cerquita… Es más difícil para mí entender mis películas de forma global. Puedo decirte, sí, que son personajes que atraviesan una crisis y la misma crisis es fuente de transformación. Tal vez en Rompecabezas más livianamente que en El cerrajero. También porque los bloqueos son diferentes. Otro tema común es ‘qué son los dones’ y cómo se llevan adelante. A veces los dones (habilidades especiales) nos pesan, a veces nos vuelven locos, o ambas… sospecho que en alguna parte creo que a través de los dones es una buena forma de inspeccionar al ser humano, de plantearse preguntas y de plantearme preguntas. Digamos que me sirve como exploración para contar vínculos. Y los vínculos en momentos de crisis tienen una intensidad especial. La vida tiene una intensidad especial. Y ni hablar en cine.


¿Cómo fue tu experiencia previa como asistente de dirección? ¿Es difícil abstraerse de ese rol al momento de dirigir?

Haber sido asistente de dirección antes de dirigir es como ser médico y estar por parir o operarte. Sabés todo lo malo que puede pasar, todas las posibles complicaciones y trabajaste en evitarlas y preveerlas, en pensarlas. Para mí es un puesto hermoso, y yo me apoyo tremendamente en mi asistente (Natalia Urruty) en mis dos pelis. Nadie te entiende ni te comprende como el asistente. Como asistente también intentaba hacer eso, ser ese nexo… entre lo posible y lo que el director sueña. Tratar de ser la transmisora, la intérprete y moverme en función de eso, equilibrando lo más posible.


¿Detectas influencias de tu relación profesional previa con grandes directores?

Y sí, mucho. Yo aprendí mucho de Lucrecia Martel, de Jorge Gaggero, fueron dos personas que me conmovieron y enseñaron mucho. El compromiso de Lucre con lo que hace, la forma de encarar y avanzar es maravillosa. Jorge transmite una alegría al set (Lucre también), libera y conlleva a que eso que está pasando sea único. Intenté incorporar parte de eso que sentí con la experiencia con ellos.


A partir de tus roles previos a la dirección, tanto asistente de dirección como directora de casting, tenés sobrada experiencia en el trato con actores y con directores. ¿Qué consejo le podrías dar a los alumnos del CIC que pretenden afianzar, desarrollar y dar sus primeros pasos en cualquiera de ambas áreas?

A mí me parece que por un lado es muy importante estar abierto e incorporar lo que otros tienen para darte. Hagas lo que hagas. No intentar que los demás hagan lo que a vos se te ocurre sino al revés, fluir con ellos y caminar juntos. Por otro lado, lo más importante para cualquier actividad en cine es mucho trabajo, mucho compromiso, llegar siempre temprano, cumplir, ponerse en el lugar del otro y tratar de ser el ejemplo. Para tomar casting, lo más importante es entender lo nerviosos que van a estar todos los que van a venir. Entonces intentar contenerlos, aliviarles, jugar. Tal vez eso, ¡nunca perder el juego!

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