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"Sympathy for Lady Vengeance" de Park Chan-Wook - Ciclo de Cine - Trilogías: Venganza

LA VENGANZA TIENE CARA DE MUJER

Por Gustavo J. Castagna


Se cierra la trilogía de PARK CHAN-WOOK. Terminan las diferentes venganzas, por acá y más allá, de personajes conflictivos arrastrados a situaciones límite que nunca se compadecen con la corrección política, el arrepentimiento y el decoro estético. Todo lo contrario: la trilogía de la venganza del director coreano, construida desde 2002 a 2005, ejemplifica las zonas oscuras de una sociedad determinada y sus intenciones, globales y macropolíticas, por extender un discurso de carácter universal.


En efecto, si el joven sordomudo que necesita conseguir un riñón para su hermana enferma (SYMPATHOYFOR MR. VENGEANCE) y el desconcertado presidiario de cárcel moderna (OLD BOY) autorizan una lectura que va más allá de la frontera del país asiático, la propuesta final de SYMPHATY FOR LADY VENGEANCE (2005) corrobora los objetivos locales y también exportables de la trilogía.


Veamos. Una mujer es la protagonista, una joven de 20 años (gran trabajo de Lee Yeong-ae) desnudada ante la sociedad como secuestradora y asesina de un niño. Un caso repudiable, una condena carcelaria de más de de 10 años (¿OLD BOY versión femenina?), una mirada sobre los hechos que la destreza narrativa de PARK CHAN-WOOK (junto a su guionista Jeong Seo-Gyeong), estimula desde un “puzle” formal y temático que desparrama piezas por doquier, al principio desarticuladas y sin conexión alguna, pero que luego irán (con)formando un perfecto mecanismo de relojería, eficaz y contundente hacia el espectador.


La estadía carcelaria de Geum-ja Lee no es convencional, claro está, viniendo de la cabeza de un estilista desaforado como CHAN-WOOK. Planos cortos y certeros, violencia física arraigada al cómic, voz en off necesaria que entremezcla solemnidad e ironía. En esa primera parte de SYMPATHY FOR LADY VENGEANCE la narración es centrífuga, abriéndose para los costados, transmitiendo información al estilo caos “ordenado” característica en el cineasta, que luego tendrá su explicación y conformación certera en la última media hora del film.


Ocurre que al director coreano y a su guionista habitual (por lo menos durante aquellos tiempos) les encantaba pasar de lo general a lo particular, de lo macro a lo micro, de la alternancia de escenas y planos dispersos a un acabado  formal y temático que casi siempre trasluce en la última parte de las historias. Así se narraban las anteriores venganzas hasta llegar a la travesía que padece la joven Geum-ja Lee a la búsqueda de quien la mandó a prisión.


Sin embargo, el segmento final de SYMPATHY FOR LADY VENGEANCE articula un discurso ajeno a las dos películas anteriores. El reparto de la venganza se ramifica, se exterioriza hacia otros personajes, alterados y sorprendidos por el descubrimiento de la verdad, de una revelación atroz que se relaciona con las muertes de sus pequeños hijos. La condena, por lo tanto, se convierte en una condena social a través de la justicia familiar que demuele hasta la agonía y la muerte al responsable de semejantes atrocidades de un pasado reciente. No hay retorno posible para la psiquis descontrolada de un grupo de familiares a los que la joven vengadora les planta frente sus ojos al aborrecible asesino.


Allí, en esos minutos finales, pautados desde la imaginación visual del director junto a un guión que apunta directo al corazón de una sociedad enferma (o mínimamente alterada), SYMPAHTHY FOR LADY VENGEANCE baja el telón del dolor, del cuerpo maltratado y herido, de la demolición física que confía en una justicia terrenal antes que aguardar la hipótesis de una justicia divina que casi nunca llega.


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